
En un mundo lleno de voces y distracciones, encontrar el verdadero camino hacia la felicidad puede parecer una tarea abrumadora. Sin embargo, las escrituras nos ofrecen una respuesta clara: obedecer a Dios es la máxima protección para vivir bien, ser feliz y hacer realidad las promesas divinas en nuestra vida.
La simplicidad de la obediencia
Para obedecer, no es necesario hacer más que eso: obedecer. Parece sencillo, ¿verdad? Pero cuando enfrentamos las complejidades de la vida diaria, esta simple instrucción se vuelve un desafío. ¿Por qué?
Es bueno tener en cuenta que cuando empezamos a poner lo humano por encima de lo divino, surgen cosas extrañas que nos instan a hacer justamente lo contrario a lo que Dios nos dice. Nuestras interpretaciones, deseos y preferencias suelen interponerse en el camino de la verdadera obediencia.
Los dos pasos fundamentales
Para obedecer verdaderamente a Dios, debemos seguir dos pasos esenciales:
- Escuchar atentamente: Antes de poder obedecer, necesitamos oír lo que Dios dice. Esto requiere tiempo en su presencia, en su palabra y en oración.
- Pedir ayuda divina: Necesitamos la asistencia del Señor para no añadir nada a sus instrucciones ni quitar de ellas. Esta ayuda es fundamental para evitar las distorsiones que nuestra mente humana tiende a crear.
Los obstáculos en el camino
¿Qué dificulta nuestra obediencia? Aunque suene extraño, estos son los principales obstáculos:
- La razón humana: A menudo, nuestra lógica limitada nos lleva a cuestionar o modificar lo que Dios claramente ha establecido.
- Los deseos y gustos personales: Nuestras preferencias pueden hacernos interpretar selectivamente las instrucciones divinas.
- Los añadidos y eliminaciones: La tendencia a agregar restricciones que Dios no ha puesto o eliminar aquellas que nos resultan incómodas.
La sabiduría que viene de lo alto
Como escribió Santiago:
«Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que la pida a Dios, y la recibirá, porque él la da a todos generosamente, sin exigir nada en cambio» (Santiago 1:5)
Esta sabiduría divina es precisamente lo que necesitamos para discernir correctamente la voluntad de Dios y obedecerla sin alteraciones.
Una Oración Diaria
Cuando te pongas a orar cada día, acuérdate de incluir esta sencilla pero poderosa petición:
«Señor, dame sabiduría para obedecer.»
Él te ayudará a cumplir sus propósitos, haciendo que:
- Tu vida sea grata ante sus ojos
- Experimentes verdadera felicidad
- Las promesas divinas se realicen en tu vida
Conclusión
La obediencia no es una carga pesada sino un privilegio que nos conecta con la fuente de toda bendición. Al simplificar nuestra respuesta a Dios, eliminando las complicaciones que nuestro pensamiento humano añade, encontramos el camino hacia la plenitud que el Creador diseñó para nosotros.
¿Estás dispuesto a dar el paso de la obediencia simple y directa hoy? ¿Qué áreas de tu vida necesitan ser alineadas con la voluntad divina? Comparte tus reflexiones en los comentarios.