La Familia Cristiana, una “Pequeña Iglesia”
“Familia, sé lo que eres”
(Familiaris consortio n. 17)
Esta fue una expresión frecuente en labios del Papa Juan Pablo II al referirse a la familia durante su pontificado; en la Exhortación Apostólica Familiaris consortio decenas de veces tornó a repetir esta expresión. En las Cartas de S. Pablo a varias de las comunidades cristianas de su tiempo, sea al comienzo o al final de las cartas, alude implícitamente a esta expresión del Papa: “saludad a la iglesia que se reúne en la casa de Prisca y Aquila” (Rom. 16,5 y I. Cor. 16,19); “os saludan todos los santos, especialmente los de casa del César” (Fil. 4,22), “saludad a los hermanos de Laodicea, a Ninfas y a la iglesia de su casa” (Col. 4,15).
Este saludo típico de Pablo merece una explicación: la comunidad cristiana primitiva aún no tenía templos en sus primeros años, para congregarse; la reunión litúrgica para proclamar la palabra y realizar la fracción del pan la hacían en las casas de los cristianos. Solo a partir del triunfo de Constantino sobre Majencio, la iglesia logró la libertad para construir templos y basílicas. Hasta entonces fue la época de la iglesia de las ‘catacumbas’.
Fue S. Juan Crisóstomo, Patriarca en Constantinopla, el que comenzó a llamar explícitamente a la familia ‘pequeña iglesia’, ‘iglesia doméstica’. Posiblemente en día domingo, cuando los campesinos salen del campo a la ciudad o al pueblo para hacer las adquisiciones para la familia durante la semana, fue cuando el Sto. Patriarca, en la celebración eucarística les dijo: “hoy, al regresar a sus familias, reúnan a la esposa, a los hijos, a la servidumbre, y organicen una doble mesa: una para la oración y otra para la cena; hagan oración, lean la Palabra de Dios y repitan para todos ellos lo que han escuchado aquí en el templo; y concluía diciendo: “de este modo ustedes harán de sus familias una ‘pequeña iglesia’, ‘una iglesia doméstica’”.
La expresión “iglesia doméstica”, “pequeña iglesia” no es solamente una fórmula elegante y eclesial para designar a la familia; tiene un fundamento muy especial que da lugar a una cuádruple glosa y que establece un cuádruple paralelo entre la iglesia y la familia:
— El término “iglesia”, en primer lugar, hace referencia a la casa material: la gran casa o templo (basílica) que alberga a la comunidad cristiana y la pequeña casa que cobija al núcleo familiar.
— El término “iglesia” no solo alude al templo material; fundamentalmente hace relación a la comunidad cristiana, al grupo de creyentes que confiesa la fe cristiana; en segundo lugar, alude a la pequeña comunidad creyente que se congrega debajo del techo familiar.
— En cada familia hay una mesa en torno a la cual la comunidad familiar se reúne para conversar, para las comidas, para cumplir las diversas faenas del hogar. Igualmente, en la gran iglesia hay una mesa, el altar; en torno a él se congrega la gran comunidad cristiana para celebrar la Eucaristía y demás funciones litúrgicas.
— En la gran iglesia hay unos ministros que presiden la comunidad cristiana, como también en la familia hay unos miembros que ejercen la dirección de la comunidad familiar, los esposos y padres de familia que presiden la oración en la familia.
— Algunos estudiosos han añadido un quinto paralelo: la cruz de Cristo en que Él se entrega plenamente a su esposa, la iglesia, y el lecho conyugal en que los esposos se dan uno al otro para “hacerse una sola carne”.
Estos cinco paralelos dan pie para comprender la gran dignidad de la familia cristiana; aquí encuentra fundamento la sentencia del Concilio Vaticano II cuando afirma de la familia que es “la célula primera y vital de la sociedad” (Apostolicam actuositatem n. 11). Si esto se afirma de la familia con relación a la sociedad civil, con mayor razón se debe afirmar de la familia cristiana con relación a la gran comunidad cristiana, la iglesia.
El Concilio Vaticano II se refirió a la familia cristiana con calificativos muy especiales para relevar su alta dignidad: la llama “escuela de humanismo” (Gaudium et spes n. 52), “primera escuela de virtudes sociales” (Gravisssimum educationis momentum n. 3), “debe ser para los hijos la primera sociedad e iglesia” (Gravisssimum educationis momentum n. 3). Con base en estas afirmaciones conciliares, el Papa Juan Pablo II hizo la gran arenga a la familia: “Familia, sé lo que eres” (Familiaris consortio n. 17).
El Papa San Juan Pablo II explicó cómo entender esta arenga: “en el designio de Dios Creador y Redentor, la familia descubre no solo su ‘identidad’, ‘lo que es’, sino también su ‘misión’, lo que puede y debe ‘hacer’. El cometido, que ella por vocación de Dios está llamada a desempeñar en la historia, brota de su mismo ser y representa su desarrollo dinámico y existencial. Toda familia descubre y encuentra en sí misma la llamada imborrable, que define a la vez su dignidad y su responsabilidad: familia, sé lo que eres” (Familiaris consortio n. 17). Familia, sé lo que eres: una pequeña iglesia,