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El matrimonio en el plan de Dios

Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó varón y mujer (Gn 1,27)

Dios, al crear al varón y a la mujer, los hizo a su imagen, los creó para la vida comunitaria. Dios es una comunidad de amor; Padre, Hijo y Espíritu Santo. El matrimonio es, justamente, la primera comunidad de amor a la que está llamado al hombre. El llamado de Dios al hombre a realizar esta primera comunidad de amor, hace justamente que el matrimonio sea una vocación, un llamado de Dios a ubicar concretamente a este varón y a esta mujer en el plan de Dios.

Dios llama al matrimonio de modos muy concretos y para una función en el plan de Dios. La misma Palabra de Dios da la oportunidad de descubrir el llamado:

1— Es un llamado a la unidad. “Por eso, el varón deja a su padre y a su madre y se une a una mujer, y los dos llegan a ser una sola carne” (Gn 2, 24). El matrimonio es una de las experiencias humanas que se transforman en verdadero signo de unidad para el mundo, porque está llamado a realizar de dos seres uno solo. Unidad que se trabaja y se logra por la acción transformante del amor, que no uniforma dos seres haciéndoles similares, sino que a una mujer y a un varón, con personalidad, costumbres, modos de pensar y gustos distintos, los va convirtiendo en uno solo ser sin que cada uno pierda su propia identidad.

2— Es un llamado a construir la humanidad. “Y los bendijo Dios, diciéndoles: “sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla”” (Gn 1, 28). Es el llamado a engendrar hijos, multiplicarse y proyectarse en las nuevas generaciones. A través de esta misión, Dios invita a los esposos a participar activamente en la obra creadora de la humanidad. Se transforma así en coceadores del ser humano.

3— Es un llamado a realizar la felicidad personal y conyugal. “(…) entre ellos, no encontró la ayuda adecuada. Entonces, el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de las costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: “¡esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará mujer»» (Gn 2, 20b-23).

4— Es un llamado a la complementariedad. “Dios creó al hombre… varón y mujer” (Gn 1, 27). El varón solo no es el hombre. La mujer sola no es el hombre. Juntos forman al hombre. De aquí, todo el sentido de complemento, que no solo se manifiesta en lo físico, sino, también en lo espiritual, en el modo de pensar, en la óptica con al que se mira las diversas situaciones de la vida, en lo psicológico. Por esto, qué importante es asumir el matrimonio como complemento, buscando conocer al otro para descubrir sus dones, que enriquecen los propios.

Fuente
Amor de pareja, amor de Dios

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