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Prácticas fundamentales para el trabajo en equipo en la iglesia

Necesitamos afirmar los valores fundamentales del trabajo en equipo en la iglesia, ya que toda tarea tiene un valor único y hay promesas para cada uno de los que sirven.

En cada uno de nuestros movimientos contamos con voluntarios que desarrollan una tarea increíble, especial y bendecida: servir a los demás con amor y pasión a fin de que todos puedan disfrutar de una grata experiencia al llegar y participar de las actividades. 

«Que cada uno ponga al servicio de los demás el carisma que ha recibido, y de este modo serán buenos administradores de los diversos dones de Dios» 1 Pedro 4:10

Pero gestionar el trabajo en equipo no es algo sencillo, sino que es un desafío constante a nuestros talentos, virtudes, falencias, orgullo y empatía, por eso en esta nota compartimos 5 consejos fundamentales para fortalecer al equipo de voluntarios en nuestro movimiento, enfocados en la Palabra de 1 Pedro 4:10 que tiene por objetivo inspirarnos a que cada uno pueda practicar sus dones como buenos administradores bajo la multiforme gracia de Dios.

Si eres líder, te sentirás desafiado a elevar tu nivel de servicio sumando herramientas y estrategias claves, y si tú eres un servidor, un voluntario, podrás incorporar ideas y capacidades para dar el 100%. 

El comienzo de todo

Un equipo tiene tres factores intencionales:

  • un propósito real, convincente
  • una comunicación afectiva y sincera
  • una vida de valores 

Estos tres ítems son las claves que deben inspeccionar ahora mismo para comenzar a revisar tu equipo de trabajo. Sea que lleves años o pocos meses liderando o siendo parte de un equipo, es requerimiento constante el evaluar si el propósito, la comunicación y los valores están en un nivel alto o bajo.

Todo equipo tiene que ser inspirado una y otra vez a mantenerse firme en sus ideales porque, de otro modo, comenzará a perder efectividad y menguará su talento. Vamos ahora a conocer estos 5 prácticas fundamentales:

1. La confianza 

La confianza es el pegamento emocional que une a los integrantes de su equipo. Se vuelve imprescindible el brindar y encontrar confianza para dar pasos seguros al trabajar en equipo. Hay tres factores que generan confianza dentro de un equipo:

Coherencia: el equipo confiará si, una y otra vez, ven al líder y voluntarios responder de manera coherente y razonable. Necesitamos ser reales y verdaderos para afianzar las relaciones.

Lealtad: trabajar unos por otros, dando muestras de firmeza y claridad para cuidarnos unos a otros, respondiendo a cada necesidad a fin de que no se generen grietas al servir.

Delegar: cuando delegamos tareas en el equipo, crecerá la voz del «¡Confío en ti!». La gente confía en líderes y compañeros que confían en ellos.

Los líderes de equipo no solo deben hacer las cosas correctas, deben hacerlo de la manera correcta. La confianza requiere de pequeñas y grandes acciones, por eso es tan importante decir y hacer de manera efectiva a fin de generar confianza de arriba hacia abajo, donde cada integrante sepa qué sucederá, cómo será el liderazgo y así dar lo mejor de si al servir a Dios.

2. La cooperación

Un equipo efectivo practica la cooperación como eje para cada una de sus tareas. Aunque estamos afectados y vivimos por un mundo individualista y egocéntrico, no debemos permitir que eso se vuelva real en nuestro entorno. Un equipo de ayuda, intencionalmente, de corazón, se moviliza, sabiendo que su tarea no estará completa si aquel que tiene al lado no llega a su máximo potencial, e incluso, si uno cae, el otro podrá levantarlo para continuar sirviendo juntos.

«Dos son mejores que uno, porque tienen un buen rendimiento por su trabajo: si uno se cae, su amigo puede ayudarlo a levantarse. Un cordón de tres hilos no se rompe rápidamente» Eclesiastés 4: 9-12

El espíritu de cooperación también nace con información: todos los voluntarios del equipo necesitan saber qué debe hacer, por qué deben realizar esa tarea, cuál es el objetivo de lo que está haciendo y para qué lo está realizando. Con información generamos compromiso para cooperar de manera sincera y completa.

Los líderes deben dedicar un buen tiempo a esta acción de informar y formar para que no sea «solo una tarea», sino que al cooperar, cada voluntario sepa que el éxito de su tarea tendrá que ver con un todo que funcionará de manera aún más excelente.

3. El descanso

Todo equipo necesita descansar. Sí, aunque no lo veamos de esta forma, la efectividad de las tareas no solo tienen que ver con hacer, sino también con tomar descansos. Todos tenemos una vida, una familia, proyectos, objetivos y trabajo por realizar cada día, por lo que servir en la iglesia se vuelve una tarea entre tantas, y es por esto que debemos considerar tiempos de ocio, de relajación y esparcimiento.

Los descansos pueden ser dentro de un tiempo de servicio, donde podamos rotar entre los voluntarios, permitiendo que algunos descansen mientras avanza la actividad. Esto renueva energías, pero también provoca que cada persona se sienta valorada, dado que un líder no solo piensa en cumplir el objetivo de, sino que se ve al equipo de una manera integral.

4. La tolerancia al desacuerdo

Quizás, una de las prácticas que más cuesta implementar. Necesitamos saber que todos tenemos opiniones, maneras de ver la vida y experiencias que muy probablemente conjuguen con otros integrantes del equipo, pero eso no quita que podamos estar juntos, creciendo unidos.

«No hagan nada por rivalidad o vanagloria. Que cada uno tenga la humildad de creer que los otros son mejores que él mismo. No busque nadie sus propios intereses, sino más bien preocúpese cada uno por los demás» Filipenses: 2:3-4

Ser tolerantes tiene que ver con discutir ideas y no personas, es poner la relación por encima de la razón, entendiendo que podemos disentir y no estar de acuerdo en todo, pero nunca podemos desvalorar a las personas por pensar o hacer de una manera en la que no coincidimos. Es necesario ser compasivos, sinceros y mirar el fin —servir a Jesús— por encima de una discusión o problema a resolver.

5. La evaluación de cada etapa

Evaluar nos permite saber dónde en qué nivel estamos realizando nuestras tareas. Un equipo requiere un tiempo de revisión y evaluación tanto de los procesos de formación y planificación como de ejecución.

Una buena práctica es poner tiempos especiales para detenernos y evaluar. Quizás puede ser cada 15 días o una vez por mes, pero tener esos tiempos de calma y de mirar el servicio como un todo, potenciará la resolución de lo que no está saliendo bien y también, abrirá la posibilidad de optimizar lo que sí está resultando.

Cada líder necesita tener sus puntos de evaluación, pero los voluntarios también deben tomar esta responsabilidad. Aquí te compartimos algunos puntos que ellos (y todos) pueden revisar:

  • «He progresado en…»
  • «Tengo dificultades con…»
  • «Necesito una decisión suya el…»
  • «Estoy agradecido por…»

Luego de estas tareas, tendremos una nueva hoja de ruta para hacer con mayor efectividad, resolviendo pendientes, problemas o necesidades puntuales que abrirán la puerta a nuevos niveles de servicio.

Hay promesa

Estamos llamados a ser parte de un equipo, somos más efectivos cuando formamos parte de un equipo y creceremos y desarrollaremos al servir juntos. Pero no dejemos de mirar el fin de todo que es que Jesús brille en todas nuestras tareas y tampoco perdamos de vista su promesa para nuestras vidas:

«El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Y al que me sirve, el Padre le dará un puesto de honor.» Juan 12:26

Todos aquellos que servimos a Dios recibiremos su honra en nuestras vidas… no dejemos de hacer y vivir en su gracia y amor, sirviéndole con pasión.

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