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Dios es fiel y no le va a defraudar a nadie

La fidelidad de Dios es una de las verdades más consoladoras y esperanzadoras de nuestra fe. Dios es fiel porque cumple su palabra, su promesa y su alianza con su pueblo. Dios es fiel porque nos ama con un amor incondicional, eterno y perfecto. Dios es fiel porque nos da su gracia, su misericordia y su salvación. Dios es fiel porque nos acompaña, nos fortalece y nos protege en nuestro camino. Dios es fiel porque nos llama a ser sus hijos, sus amigos y sus colaboradores. Dios es fiel porque nos pide que seamos fieles a él, a su voluntad y a su ley. Veamos cada uno de estos puntos con más detalle.

Dios es fiel porque cumple su palabra, su promesa y su alianza con su pueblo

Dios no es como los hombres, que pueden mentir, engañar o fallar. Dios es la verdad misma, y todo lo que dice o hace es conforme a su naturaleza divina. Desde el principio, Dios se ha revelado a la humanidad y ha establecido una relación de amor y confianza con ella. Dios ha hecho promesas y pactos con sus elegidos, como Noé, Abraham, Moisés, David y los profetas. Dios ha cumplido todas sus promesas, especialmente la de enviar a su Hijo Jesucristo, el Mesías, el Salvador, el Emmanuel, el que está con nosotros. Dios ha sellado su alianza con nosotros en la sangre de Cristo, que nos ha reconciliado con el Padre y nos ha abierto las puertas del cielo. Dios es fiel y no se arrepiente de lo que ha dicho o hecho. Podemos confiar en su palabra, que es viva y eficaz, y que no volverá vacía a él.

Dios es fiel porque nos ama con un amor incondicional, eterno y perfecto

Dios es amor, y nos ha creado por amor y para el amor. Dios nos ama como somos, con nuestras virtudes y defectos, con nuestros aciertos y errores, con nuestras alegrías y tristezas. Dios nos ama sin medida, sin límites, sin condiciones. Dios nos ama desde siempre y para siempre, sin principio ni fin. Dios nos ama con un amor perfecto, que no busca su propio interés, sino el bien de los amados. Dios nos ama tanto que nos ha dado lo mejor de sí mismo, su Hijo único, que se ha hecho hombre, que ha muerto y resucitado por nosotros, que nos ha enviado su Espíritu Santo, que nos ha dejado su Iglesia, sus sacramentos, su palabra, su presencia. Dios nos ama y nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos perdona siempre. Podemos amar a Dios porque él nos amó primero.

Dios es fiel porque nos da su gracia, su misericordia y su salvación

Dios es fiel porque no nos abandona a nuestra suerte, sino que nos ayuda con su gracia, que es su favor, su don, su auxilio. Dios nos da su gracia para que podamos creer en él, esperar en él y amarle a él y al prójimo. Dios nos da su gracia para que podamos vivir como hijos suyos, como discípulos de Cristo, como templos del Espíritu Santo. Dios nos da su gracia para que podamos crecer en la santidad, en la virtud, en el fruto del Espíritu. Dios nos da su gracia para que podamos superar las tentaciones, las dificultades, las pruebas. Dios nos da su gracia para que podamos colaborar con su obra, con su plan, con su reino.

Dios es fiel porque no nos trata según nuestros pecados, sino según su misericordia, que es su compasión, su perdón, su ternura. Dios nos muestra su misericordia al enviarnos a su Hijo, que ha cargado con nuestros pecados y los ha borrado con su sangre. Dios nos muestra su misericordia al darnos su Espíritu Santo, que nos convence de pecado, de justicia y de juicio. Dios nos muestra su misericordia al darnos su Iglesia, que es madre y maestra, que nos ofrece el sacramento de la reconciliación, que nos invita a la conversión, que nos anima a la penitencia. Dios nos muestra su misericordia al darnos su palabra, que es luz para nuestros pasos, que nos corrige, nos instruye y nos consuela. Dios nos muestra su misericordia al darnos su presencia, que es refugio, que es consuelo, que es paz.

Dios es fiel porque no nos deja en la muerte, sino que nos ofrece su salvación, que es su victoria, su liberación, su vida. Dios nos salva de la esclavitud del pecado, que nos aleja de él, que nos daña a nosotros y a los demás, que nos conduce a la muerte eterna. Dios nos salva de la tiranía del mal, que nos engaña, que nos oprime, que nos roba la alegría. Dios nos salva de la condenación del infierno, que es la separación definitiva de él, que es el sufrimiento sin fin, que es la ausencia de todo bien. Dios nos salva por medio de su Hijo, que ha vencido al pecado, al mal y a la muerte con su cruz y su resurrección. Dios nos salva por medio de su Espíritu Santo, que nos da la vida nueva, que nos hace partícipes de la naturaleza divina, que nos une a Cristo y a la Iglesia. Dios nos salva por medio de su Iglesia, que nos comunica la salvación por los sacramentos, especialmente el bautismo y la eucaristía. Dios nos salva por medio de su palabra, que nos anuncia el evangelio, que nos llama a la fe, que nos promete la vida eterna. Dios nos salva por medio de su presencia, que nos anticipa el cielo, que nos llena de esperanza, que nos prepara para la gloria.

Dios es fiel porque nos acompaña, nos fortalece y nos protege en nuestro camino

Dios es fiel porque no nos deja solos, sino que nos acompaña, nos fortalece y nos protege en nuestro camino. Dios es nuestro guía, nuestro apoyo, nuestro escudo. Dios está con nosotros en las alegrías y en las pruebas, en los momentos fáciles y difíciles, en las victorias y en las derrotas. Dios está con nosotros en todo tiempo y lugar, en todo momento y circunstancia, en toda situación y condición. Dios está con nosotros como Padre, que nos crea, que nos sostiene, que nos provee. Dios está con nosotros como Hijo, que nos redime, que nos enseña, que nos sana. Dios está con nosotros como Espíritu Santo, que nos santifica, que nos ilumina, que nos consuela. Dios está con nosotros como Iglesia, que es nuestra familia, que es nuestra comunidad, que es nuestro hogar. Dios está con nosotros como palabra, que es nuestra norma, que es nuestra sabiduría, que es nuestra fuerza. Dios está con nosotros como presencia, que es nuestra alegría, que es nuestra seguridad, que es nuestra compañía.

Dios es fiel porque nos llama a ser sus hijos, sus amigos y sus colaboradores

Dios es fiel porque no nos trata como siervos, sino como hijos, amigos y colaboradores. Dios nos llama a participar de su vida, de su reino y de su misión. Dios nos llama a ser sus hijos, adoptados por el bautismo, herederos de su gloria, coherederos con Cristo. Dios nos llama a ser sus amigos, elegidos por su gracia, amados por su bondad, unidos por su amor. Dios nos llama a ser sus colaboradores, enviados por su voluntad, capacitados por su Espíritu, asociados a su obra. Dios nos llama a ser sus hijos, amigos y colaboradores, y nos da los medios para responder a su llamado: nos da su gracia, su palabra, su Iglesia, su presencia. Dios nos llama y nos espera, nos respeta y nos anima, nos premia y nos corona.

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