Perfectamente Imperfectos
El Día después de la Boda sucede que abres los ojos, respiras profundo, te detienes a pensar y puedes llegas a preguntarte ¿Qué hice? Esta pregunta puede surgir muchas veces a lo largo de la vida matrimonial, te has embarcado en uno de los retos más grandes de tu vida; por un lado, es una fuente constante de aprendizaje y crecimiento donde vivirás las más grandes experiencias de la vida. El matrimonio cristiano es un sacramento, no se sostiene solo con la voluntad de los contrayentes, es un misterio en donde también se encuentra Dios dándonos su gracia.
En nuestra experiencia como Matrimonio Creyente y como Coaches Profesionales, hemos experimentado en carne propia, como venimos al matrimonio con nuestras cosas buenas, pero también con nuestras limitaciones, desde los ojos de la Fe esto nos abre una gran oportunidad para aprender a Amar, venimos al matrimonio “Perfectamente Imperfectos” con una larga vida por construir. Las limitaciones del otro no son un problema, sino una gran oportunidad, en un lenguaje católico diríamos que son una fuente de santificación, como dice el Papa Francisco: La “Santidad de la Puerta de al Lado”, de aquellos que viven cerca de nosotros (cfr:GE.7); en el hogar tenemos el lugar perfecto para conocernos a nosotros mismos y conocer a los demás, un camino de humildad donde aparece lo que somos, por eso es tan importante la Visión de Esperanza del Creyente para sembrar cada día nuevas semillas de servicio, de buenas palabras, de comunicación, de paciencia, entrega, de pequeñas y grandes decisiones que hacemos buscando el bien común y el bien del otro. ¿Qué hice al casarme por la Iglesia?.. Elegiste hacer el bien: Seguiste el llamado de Dios para llegar a Ser la Mejor Persona posible, elegiste el Camino de la Santidad de la mano de alguien muy especial en tu vida. Porque definitivamente, esta carrera es de tiempo y paciencia, de largo alcance, cuando menos te imaginas tus imperfecciones son un gran reto que hace crecer la paciencia. Y, por otro lado, también te toca recibir las consecuencias de las imperfecciones de tu pareja. Así que nadie queda excluido en cuanto a esto.
Todos pasamos por este camino hacia la santidad como matrimonio. La pregunta es cómo desea nuestro corazón vivir esta experiencia: con la queja de “No sé que hice al casarme”… O Pasar de la queja a la aceptación de las imperfecciones mutuas para mirarlas con amor, paciencia y esperanza, hasta que la muerte nos separe. No hay medias tintas en mi elección diaria: pensar que mi matrimonio es insoportable y una desgracia o decido amar entregando el corazón y elijo sentirme amado dando gracias Dios por mi Matrimonio “Perfectamente Imperfecto”.
Por: Carlos y Elsy Canseco-Acatitla